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de la nube a la lluvia


Viernes Santo, hoy pasan en silencio las ambulancias.

Qué pequeño me siento. Qué poca cosa. Otra vez sin internet. Otra vez mirando a la noche con las manos vacías.

No puedo escribir/mandar  más cartas a los pacientes del virus. He llamado a la tía Pili.
Llamaría a más personas pero no puedo. No puedo.

Algo me sume en la soledad. En este marasmo enclaustrado.

Un poco de incienso. El silencio atravesado por el humo. Un hilito…

Me asfixio. Ahora y en lo que vendrá. Me asfixia este lugar.

Terribilis est locus iste.

El cielo encapotado todo el día, las nubes hechas sirimiri ascendiendo Santana. Me gustaría caminar por una montaña cubierta de niebla. Me gustaría caminar. Me gustaría no volver.

A lo de antes. A mí mismo.

En la homilía desde el Vaticano un franciscano habló del tiempo nuevo que debería venir. La resurrección a una vida nueva. Jesús y no Lázaro.

No quiero resucitar para volver a morir.
No sé quién soy. Pedid y se os dará. Llamad y se os abrirá la puerta.
No encuentro la puerta. De pronto se cerró y al volver la vista ya no estaba allí.

Vértigo. Físico y figurado.

Me gustaría no molestar a nadie. Me gustaría pasar sin más. Como una nube llena de agua. Lejos. Sin rozar si quiera la tierra.

Dejar de ser nube al ser lluvia.











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