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charcos



De pequeño me encantaban los charcos. No sé. Mirar su profundidad, sus orillas. El fondo, tan cerquita. Tan lejos.

A los mejor los jardines y estanques chinos y japoneses fueron construidos por tipos a los que de pequeños les encantaban los charcos.

Hoy, tras la tormenta había charcos. Los veía. Estaba más tranquilo.  Qué domingo más raro. Qué estrés. Por qué.

Con Cmp me he tranquilizado. O la lluvia. O las cigüeñas posadas en la torre del Palacio de los Condes de Gómara. Cada una en un pináculo, todas mirando en las misma dirección.

Aún refulgen relámpagos en el silencio de la noche. Este mundo es un misterio. Un misterio.




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